18.3.20

La muerte

Cuando reconoces el instante como la manera en que el tiempo cambia aprendes a vivir. Eso creo que me ha pasado este mes. Pensar el instante como la determinación del devenir. Ese momento en que te dicen, por ejemplo, "el Camilo se murió". Ese preciso segundo donde sabes que ya nada será cómo antes: que algo se vuelve eterno -mientras al menos viva aquí y ahora- y que el Camilo deja de ser piel.
La piel se esfuma. Solo queda guardada en los recuerdos, en todos y cada uno de los momentos, esos otros instantes.

Duele la muerte. Duele de una manera distinta al desamor. Tiene menos sufrimiento, sin duda. Menos lamento. Es coraje, es vivir y "por eso vivimos mil años; por eso amamos, y vivimos porque amamos, no estamos dentro de una botella ¡gracias a dios!",

La muerte es abrupta,
es ese instante
en que los significados se vuelcan
se van
con la muerte.

Queda solo la vela. La llama delante del retrato. La sonrisa eterna, la mirada profunda y las palabras precisas.
Conocer la precisión,
lo justo,
lo mezurado.

Duele vivir de alguna manera la eternidad. Pesa un poco. 

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