Lo que sigue es un clásico cuento sobre los celos y cómo
combatirlos como el dragón medieval que son. En esta historia, soy Virgo
Mortensen en “El señor de los Anillos” y los celos son impotentes contra mi
espada. Y comienza del mismo modo que
todas las historias de celos, todas las grandes historias sobre celos, que es
con mi ex novio y mi mejor amiga culeando. Y esta no es cualquier mejor amiga.
Esta es la mejor amiga, que diría que es como si Brigitte Bardot hubiese tenido
un bebé con una sirena. Literalmente tenía una infección fúngica abierta en la
cara y aún así Matthew Perry la invitó a salir.
Supongo que no soy lo que ustedes describirían como “una
chica relajada”. No soy, en teoría, una chica tranquila y distendida. Nunca me
conocerían y dirían “Esa Hannah, realmente se deja llevar como una joven
relajada”. Estarían como “¿ha esnifado Adderall en los últimos 60 minutos?”. Así
que cuando descubrí lo de mi ex novio y mi mejor amiga, yo estaba extrañamente
tranquila considerando ese hecho. Incluso
congelada. Intenté imaginar todas estas cosas horribles, como a él lamiendo su
tatuaje de un elefante en la parte baja de la espalda y chupando sus minúsculas
tetas mientras ella le agarraba las bolas, y después él le chupaba sus labios que
tienen forma de capullo de rosa. E intenté ponerme realmente alterada y me
imaginaba todas estas cosas horribles, pero el hecho es que no estaba
enfadada. Estaba triste. Estaba triste por lo que pensaba que sabían que era.
Pensé que estarían diciendo cosas del tipo: “Dios, Hannah va a volverse loca. Va
a matar a un gato y va a clavarlo en nuestra puerta. Va a llorar tanto que todo
Greenpoint se llenará de lágrimas y será como el puto Mundo Acuático”.
¿Y saben qué? Estaban en lo cierto. Tuve que luchar con
mucha, mucha fuerza para no ser esa chica. Y no fue sencillo. Pensé en arrojar
una bici por su ventana, pero A vive en el tercer piso. No tengo fuerza en la
parte superior del cuerpo. Y, B, probablemente lo hubiese agradecido y hubiese
estado en la onda de “gracias por la bici”.
Pensé en enviarle a ella un mensaje que dijera “¿cómo se
siente el viento cuando acaricia tu doble cara, jovencita?” Pero en su lugar me
quedé sentada y lloré y pensé y comí y escribí y me masturbé pensando en Chris
Farley (que es un asunto de mi infancia sobre el que todavía no he trabajado).
Pero cuando me enteré de que el tema de esta noche eran los
celos, supe que necesitaba ponerle un fin a mi historia, un final de
verdad, y ese final llegó hace 20
minutos, antes de venir aquí, cuando dejé una muy bonita, y para nada barata, cesta de frutas en su puerta, junto a nota que decía “Buena suerte. Lo digo
sinceramente. A perpetuidad, Hannah”.
Porque ese es el hecho. Soy Hannah para siempre. No importa lo que haga, no importa si yo inicio una nueva crisis de misiles nucleares con mis emociones o si solo me recuesto, me relajo y le doy una cesta de frutas a alguien. Solo puedo controlar el caos que creo a mi alrededor. Pero lo más loco es que cuando aparecí, escuché los gritos y escuché mi nombre y escuché la locura y supe que era libre, al menos por esta noche.
Porque ese es el hecho. Soy Hannah para siempre. No importa lo que haga, no importa si yo inicio una nueva crisis de misiles nucleares con mis emociones o si solo me recuesto, me relajo y le doy una cesta de frutas a alguien. Solo puedo controlar el caos que creo a mi alrededor. Pero lo más loco es que cuando aparecí, escuché los gritos y escuché mi nombre y escuché la locura y supe que era libre, al menos por esta noche.
Eso es todo. Gracias.
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